Cajicá a 480 años , de la llegada de los españoles
Cajicá, uno de los más importantes municipios de la Gran Sabana, está de festejo, al cumplir 480 años desde la llegada de los españoles en 1537, un hecho que transformó por completo a la organización social que allí existía, razón por la cual la historia de Cajicá está dividida en el antes y el después de esta invasión. De hecho, en el momento de la conquista “era un gran centro de poder con organización política, militar, económica, religiosa, social y cultural”, según relata una investigación realizada por la Fundación para el Desarrollo Social y Familiar (FUDESOF) y el Instituto Pedagógico Social de Colombia, denominada “Rescatando nuestra historia”. Caxica o Cajicá, quedaba a la falda de una montaña (hoy Monte Pincio), región en donde existían 7 tribus cada una con su jefe: Guaquem, Canchona, Chibsaque, Guaraguaya, Suta, Tenjica y Chugua. El significado de Cajicá proviene de la lengua chibcha y quiere decir “cercado” y “fortaleza de piedra” y tomó su nombre del cacique Cajic, quien así se llamaba debido al lugar donde tomó asiento: el valle muisca del Caj, o valle del lucero azul, hoy conocido como Las Manas.
Con una extensión de 53 km2, el municipio de Cajicá se localiza en La Sabana de Bogotá, al norte del Distrito Capital, en la provincia Sabana Centro, a una distancia de 39 km de Bogotá y a una altitud de 2.598 msnm. Limita por el norte con el municipio de Zipaquirá; por el sur con el municipio de Chía; por el occidente con el municipio de Tabio y por el oriente, con el municipio de Sopó. Un municipio que con los años ha ido creciendo en su población para llegar a tener hoy en día cerca de 60.000 habitantes y lo conforman las veredas de Chuntame, Canelón, Río Grande y Calahorra.
El significado de Cajicá proviene de la lengua chibcha y quiere decir “cercado” y “fortaleza de piedra”. La localidad tomó su nombre del cacique Cajic, quien gobernaba una región en donde existían siete tribus.
>Un muro
Antes de la llegada de los conquistadores españoles, en Cajicá se erguía una muralla casi impenetrable, que era una de las obras muiscas más importantes de esa zona regida por Cajic; según el historiador Daniel Ortega Ricaurte “estaba recostada sobre la falda de la sierra, media legua al norte del pueblo de Cajicá”, sitio que luego se llamó Monte Pincio.
Al respecto, Roberto Velandia relata en la “Enciclopedia Histórica de Cundinamarca”, que la muralla estaba fabricada “en el corazón del pueblo de una cerca de cañas entretejidas y maderos gruesos tan fuertes, que sólo podían rendirse al fuego. Su altura era de quince pies y tenía por la parte superior -para defensa del sol y del agua-, un toldo de tela tupida de algodón de cinco varas de ancho y de tanta longitud para dar vuelta la cerca del edificio, que sería como de dos mil varas. Dentro de la cerca se comprendían muchas casas grandes, que entonces estaban llenas de varias municiones y pertrechos de guerra, como son: macanas, dardos, hondas, tiraderas, maíz, fríjoles, papas y cecinas y otros preparamentos y bagajes.”